Adoro el campo

Adoro el campo
Las afueras de Vitoria

domingo, 25 de abril de 2010

Todo por Aitor.




Han pasado muchos días y muchas cosas, pero me voy a limitar a contar lo mas importante para mi.


Un día que me bajó a pasear mi amigo Aitor hice el mayor sacrificio que recuerdo como muestra de obediencia, el caso es que después de corretear con el un buen rato y subir y bajar en la pista de skate que tenemos en el barrio, descubrí el mayor tesoro jamas encontrado por un perro: una hamburguesa prácticamente completa, cuando el aroma inundo mi estómago provocando la segregación de los jugos gástricos y ya estaba a punto de incarle el diente, oí la voz asustada de Aitor que gritaba preocupado: No, Negu, comer no. Y en ese momento mi instinto me hizo girar la cabeza, para ver si era verdad que mi gran amigo era capaz de pedirme semejante sacrificio, y para mi desgracia si lo era, su cara de preocupación me alertó de que algo raro pasaba, por lo que acudí a su lado esperando algún tipo de explicación, en ese momento no me la dio, pero luego supe que un hombre con sus facultades mentales disminuidas se dedicaba a dejar trozos de carne envenenada por la ciudad, por lo que el mal rato que pasé dejando allí aquel manjar me salvo la vida seguramente. Desde entonces he decidido que no comeré nada de la calle sin mirar antes a la persona que me acompañe.

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